Este verano, en mi viaje a Vizcaya, pude disfrutar de una de las rutas más bonitas que existen, la subida a San Juan de Gaztelugatxe. Después del museo Guggengeim, es la atracción turística más visitada.
En lo alto del islote se encuentra una ermita con más de mil años de antiguedad. El islote de Gaztelugatze está unido al mar por un puente y una escalera tallada en la roca.
Comenzamos la ruta desde Bakio en autobús y andando hasta el puente. Una vez allí hay que subir 241 escalones, parecen muchísimos pero si se va temprano, antes de que apriete el calor, es bastante llevadero.
La ascensión se hace mucho más soportable por las impresionantes vistas del entorno, hacía un día precioso y disfrutamos un montón con la ruta.
Al final encontramos la ermita de San Juan, estaba cerrada pero no así el refugio que está enfrente. La tradición dice que al llegar hay que tocar la campana 3 veces y así lo hicimos. Cuenta la leyenda que el santo llegó a la costa vasca y desembarcó en Bermeo. En tres zancadas llegó al islote –dejando una huella con cada pisada, la última en el último escalón– y él mismo mandó construir la ermita en lo alto.
Una vez cumplida la tradición, comenzamos la bajada, en vez de coger de nuevo el autobús, decidimos hacerla andando porque en la oficina de turismo de Bakio nos comentaron que era muy bonita.
Pero antes cogimos fuerzas en el restaurante Eneperi, unos pinchos buenísimos con unas vistas espectaculares, también tienen carta si se quiere comer allí.
Como nos había dicho, la bajada hasta Bakio es muy bonita, el contraste de verdes y azules impresionante.
Y llegamos a Bakio, contentos y felices de esta preciosa ruta que no olvidaremos, os aconsejo que si tenéis oportunidad la hagáis andando porque vale la pena.
Hasta pronto,
Rosa.
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