En mi viaje a Zaragoza, en busca del Monasterio de Piedra, huvo un momento en que el navegador del coche nos llevó por carreteras comarcales. En un primer momento la reacción fue de disgusto, madre mía cuánto íbamos a tardar en llegar y qué caminos más malos; pero pasada esa primera reacción, empezamos a disfrutar del viaje y de los paisajes.
Los campos estaban plagados de flores, sobre todo de amapolas, me pareció precioso y paramos muchas veces a fotografiarlas. El viaje fue en el mes de mayo, pero no me esperaba esa explosión de color tan espectacular. Aquí os dejo sólo una muestra de los montones de fotografías que tomé.
Hasta pronto,
Rosa.
¡Que bonito! Que paisajes más coloridos, aquí en Levante nunca vemos campos de amapolas.
ResponderEliminarAl final las carreteras comarcales son las mejores.
Besos y abrazos
Es verdad Eva, aluciné con esos campos de amapolas tan impresionantes.
ResponderEliminarGracias Pablo, me encantó tu tierra, volveré seguro.
Saludos a los dos.