martes, 6 de junio de 2017

Palmeras.

El pasado invierno fue duro, con mucho trabajo. Pero yo, que siempre veo el vaso medio lleno, me repetía a mí misma el siguiente mantra: palmeras, cocoteros; palmeras, cocoteros... cada vez que el día se me venía muy cuesta arriba.




Pasé todo el invierno soñando con palmeras; me imaginaba echando la siesta a la sombra de un cocotero, respirando la suave brisa del mar. O bien leyendo un libro, en una hamaca y bajo una palmera datilera. O incluso, tomando un refresco bajo una sombrilla de hojas de palma. Cualquier situación de las anteriores servía a mi propósito.


Mis expectativas las he superado. Este año he conocido la paradisíaca Punta Cana. No hay recompensa mejor que poder disfrutar de una playa como ésta casi casi de forma exclusiva. No pude elegir mejor mi hotel de vacaciones.


Como era el ultimo resort a lo largo de la costa, ya que después sólo hay un palmeral, esta playa la disfruta prácticamente el hotel en el que me hospedaba. Después, un cabo y ya a la vuelta una nueva playa, pero habían varios kilómetros antes de alcanzar la zona saturada de hoteles. Vamos, como tener una playa desierta a tu disposición.




Mis compañeras de trabajo se reían cuando recitaba aquello de "palmeras, cocoteros", pero para mi significan el relax absoluto.



En esta ocasión, el paisaje es dominicano. Voy a empezar a coleccionar palmeras, ¿me acompañas?
Mabel.

2 comentarios:

  1. Jo Mabel, que Chulo!
    En tu próximo viaje me metes de la maleta.
    Seguro que por la noche no había contaminación lumínica y se veían todas las estrellas.
    Tomo nota para en un futuro no muy lejano cruzar el charco.
    Besos y abrazos.

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    1. Por la noche no, no había contaminación lumínica. Cuando decidas cruzar el charco aquí estoy para ayudarte en lo que quieras, Eva!!! De momento ya he conseguido que día amigos míos se vayan para allí este verano!!!
      Besos mil!!!

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